Queremos seguir el camino que ya funcionó para alguien más. El workflow de esa agencia famosa. El estilo visual del estudio que admiras. La rutina de “5am, journaling y gimnasio” del emprendedor de moda.
Suena lógico: si sigues el mapa de alguien exitoso, llegas al mismo lugar. El problema es este — no estás en el mismo punto de partida, no quieres exactamente el mismo destino, y no estás cargando las mismas cosas.
El peligro silencioso de copiar la ruta
Cuando copias demasiado la ruta de alguien más, dejas de escuchar señales internas importantes: qué disfrutas de verdad, qué odias hacer, qué tipo de trabajo te drena, qué tipo de trabajo te da vida.
Y entonces pasa esto: avanzas, sí, pero cada paso se siente pesado. No porque “no quieras esforzarte”, sino porque no estás caminando tu camino. Estás caminando el de alguien más, con zapatos que no fueron hechos para ti.
El objetivo no es copiar el mapa de otra persona. El objetivo es robarle las herramientas con las que dibujó ese mapa y usarlas para dibujar el tuyo.
Haz esto en vez de copiar
La alternativa es más lenta, pero también más tuya:
- Robar estructura, no identidad: mira cómo alguien trabaja (ritmo, proceso, bloques) y adáptalo. Pero no intentes ser esa persona.
- Escuchar la energía: cada proyecto te deja una sensación. Si terminas molido pero orgulloso, vas bien. Si terminas drenado y con asco, replantéalo.
- Documentar tu caos: tus notas, bocetos, audios de voz, errores, versiones descartadas — eso es tu mapa naciendo.
Nadie empieza con claridad total. Nadie arranca con un “sistema perfecto”. Lo que sí tienen las personas que avanzan es voluntad de iterar en público, sin vergüenza, para encontrar su forma.
Último recordatorio
No necesitas permiso para crear raro. No necesitas ser validado por una agencia grande. No necesitas tener “la estrategia perfecta” antes de empezar.
Lo único que necesitas es moverte. Y escuchar lo que vas sintiendo en el proceso.